Como en cada despertar
Nuria salta de la cama,
se pone sus zapatillas
y se asoma a la ventana.
Y allí está, como es costumbre,
sentada sobre una brisa.
Su amiga la nube espera
y Nuria la ve y le grita:
-¡Buenos días, buena amiga!
¿Cómo has pasado la noche?
¿Has podido regresar
a jugar al horizonte?
Y la nube cuenta historias
de bellos viajes con alas.
Se convierte en un velero,
luego en una bella barca
que las lleva por el cielo,
riéndose a carcajadas.
Y Nuria le cuenta sueños
al frío de la mañana:
que si un monstruo y una cueva,
y una bruja con su escoba,
que entre pócimas y guisos
juega a ser bruja famosa.
Mientras tanto, en la cocina,
apurada entre unas tazas
la madre de Nuria piensa
un tanto desesperada:
-Hija mía, no te duermas,
ya estás como de costumbre
riendo y hablando sola,
soñando con esa nube.
Y la niña, entusiasmada,
cuenta historias a su amiga,
algo de un circo de rayas
siendo ella trapecista
en trapecios de cristales,
de cobre y plata muy fina
y amarradas a unas cintas
bandadas de golondrinas.
Pasarán muchas mañanas
Nuria y la nube, su amiga,
y sin darse a penas cuenta
pasará a pasos la vida.
Llenarán cestos de viajes,
Calderos de sueño y brisas,
Y el viento será testigo
De su amor y de sus risas.