Entre ramas y hojarasca

Miravoz de la poesía de El Príncipe de los Mirlos

El cumpleaños del Príncipe de los Mirlos


En medio del bosque
se dio una gran fiesta
cantaban los fresnos
bailaban las fresas.

La luz adornaba
con oro las hierbas.
Por entre las ramas
bajaban estrellas.

El río de puntillas
saltó de su lecho
se puso diamantes
y musgo y helechos.

Las hadas reunidas
hacían ensalada
con setas y moras
y menta y albahaca.

La luna en la fiesta
estaba encantada,
traía su diadema
y su traje de plata.


Al son de trompetas
desde el gran castillo
se anunció el cumpleaños
del Príncipe Mirlos.

Y todos los sueños
y rimas del bosque
y todo el silencio
y el eco del monte

en la hoja abierta
de la noche clara
escribieron versos
hasta la alborada.

¡Mil felicidades
Príncipe de Mirlos
cumple muchos años
que parezcan siglos!

Sigue custodiando
en tu viejo bosque
la magia dormida
de tiempos mejores.

Que les cuelgues siempre
en hayas y tilos
sueños y poemas
a niñas y niños.



(C) María García Esperón
14 de noviembre 2011
Música: Yanni
MMXI

Entre ramas y hojarasca, un CD de mirlo y montaña



Entre ramas y hojarasca: un CD de mirlo y montaña, es un audiolibro con poemas para niños del poeta y educador asturiano Alfonso Pascón  recitados por Alejandra Moglia (Argentina) y María García Esperón (México). La descripción poética de la naturaleza y el reencantamiento del mundo a través de la palabra son características de este autor que ha desarrollado un lenguaje tan sencillo como mágico para aproximarse al misterio de la sensibilidad infantil. Producto tanto de su vivencia en contacto con el entorno rural asturiano como de su actividad en el aula, los poemas agrupados en Entre ramas y hojarasca ponen en las manos del lector sensible un mundo trémulo de rumor de montaña, de cantos de mirlos, abarcado por la mirada inocente e infinita de la infancia de siempre. (MGE)

Entre Ramas y Hojarasca




Entre ramas y hojarasca

1.- Dentro del bosque
Voz: Alejandra Moglia



2.- Siesta de gatos
Voz: María García Esperón




3.- Entre-telas
Voz: María García Esperón




4.- Canción del lápiz pequeño
Voz: María García Esperón




5.- El palomo y la paloma
Voz: Alejandra Moglia




6.- Con la abuela Carolina
Voz: Alejandra Moglia



7.- El secreto
Voz: María García Esperón



8.- Piratas
Voz: Alejandra Moglia



9.- He pintado algunas nubes
Voz: María García Esperón



10.- Enero
Voz: María García Esperón








Entre ramas y hojarasca: un CD de mirlo y montaña, es un producto cultural sin fines comerciales y el objetivo es que ya sea en el aula o en la casa, los niños y maestros interesados puedan grabar su propio disco descargando los 10 archivos de audio y el cuadernillo adjunto con los textos.
Para descargar el cuadernillo es necesario darse de alta en Scribd. Para descargar los audios, dar clik en "share" y de ahí a "link mp3". O solicitar los materiales por correo electrónico a mgarciaesperon@gmail.com.



El palomo y la paloma


Hay escarcha entre las ramas
cuando llega enero el frío
y el palomo y la paloma
juntos contemplan su nido.

Son recuerdos de otro tiempo
de primaveras con alas,
de amores hechos polluelos,
de ramas entrelazadas.

De veranos a la fresca,
de mañanas ocupadas
de arrullos, vuelos y danzas,
de una vida enamorada.

Y ha llegado el frío enero,
las ramas llenas de escarcha.
La paloma acurrucada
mientras el palomo canta.


Se puso a llover


Se puso a llover en el bosque cuando alguien gritó: -¡no me mojes! -.
¡Qué mal humor! ¡Qué carácter! Tanta elegancia y ¡qué embarque!
Bajo un llantén, tembloroso, un caracol se cobija
y seca angustiado las gotas de su americana amarilla.
-Este tiempo está revuelto, nadie lo puede entender.
Cuando no llevo paraguas siempre se pone a llover.
¡Estas nubes ya me hartan, nunca se ponen de acuerdo,
que esta americana mengua y de mi abuelo es un recuerdo!


El viaje


Una hoja soñadora
de un castaño se marchó
y en su viaje de caída
su deseo se cumplió.
La brisa fue su aliada
y a un arroyo la llevó
y la hojita, a carcajadas,
con el agua se encontró.

El musgo quedó asombrado
y una nutria se apartó,
y la hojita, con buen gesto,
un ojito les guiñó.
Pero el agua del arroyo
en silencio se apuró
y empujó corriente abajo
y a la hojita se llevó.

Desde oscuras madrigueras,
desde el nido de un ratón,
se agitaban los pañuelos
y gritaban un adiós.
Empujado por el agua
un helecho se inclinó,
con dulzura y suave gesto
a la hojita acarició.

Y hasta un tieso y noble junco
con chistera y un bastón
se agitaba desde lejos
y un poema le cantó.
La hojita se sintió libre,
sólo el agua la empujó,
su rama estaba muy lejos,
su bosque en sueño quedó.

Y un mar con espuma blanca
cuando llegó la abrazó.
Le cantó con agua salada
y entre las olas durmió.

La mar se quedó muy quieta,
con corales la arropó
y con un cuento de algas
dulcemente la arrulló.

Allí terminó su viaje
y sus deseos cumplió
y sobre un lecho de arena
con las sirenas soñó.

El color del cielo


Para Verso en Nubes y los cielos de León


He pintado algunas nubes
del color de una sonrisa
así mientras ellas viajan
viaja también la alegría.

Colorada y rechoncheta
viaja la nube más roja
que nos da color al cielo
con el jugo de frambuesas.

Con tulipanes y lirios
y adornada con limones,
la nube amarilla canta
mientras giran girasoles.

Ya pasa la nube negra
y hoy no amenaza tormenta
que en un cesto nos trae sombras,
para cuando el sol calienta.

Bandadas de petirrojos,
van agitando sus alas
pintando el cielo a su paso
como una nube naranja.

Con helechos y retamas
la nube verde se adorna,
que celosa guarda orugas
de una hermosa mariposa.

Y a lo lejos, con la niebla,
viajan bellas nubes blancas,
se adornan con los jazmines
que al dormir rozan mi cara.

Con la abuela Carolina


En las tardes de diciembre
junto al fuego, en la cocina,
todos juntos se entretienen
con la abuela Carolina.

Ella amasa mil recetas
de dulce aroma a rosquillas
que su abuela le enseñó
cuando sólo era una niña.

Mientras tanto cuenta historias,
toda ella llena de harina,
de tristes guerras, amargas,
que ella, con penas, olvida.

Y de un salto la rodeo
y ella ríe y se arrodilla
y con luz en su mirada
me da un beso en la mejilla.

Pasa rápido el invierno,
diciembre viaja deprisa,
mi abuela llena las tardes
con su olor a manzanilla.

Enero


Era sábado de tarde
cuando un ruido me asustó;
un chasquido, en una rama,
hizo temblona mi voz:
-¿quién se esconde? ¿quién se agacha?-
mientras tanto dije yo.
Y un pequeño petirrojo
hizo sonar su canción.

Me quedé allí agazapado,
y en silencio me miró,
entornando su cabeza
picoteando alguna flor.

Miró atento al sol dormido,
giró todo alrededor,
movió las alas contento
y con su cola bailó.

Hinchó todo su plumaje,
saltó alegre y se estiró,
se acercó hasta mi sonrisa
y hasta un ojo me cerró.

Me quedé feliz sentado
con la higuera y mi bastón,
y el petirrojo saltando
poco a poco se alejó.

Esa tarde, aquella brisa,
la luz de enero, aquel sol.
Y supe desde aquel día,
que el petirrojo era un dios.



Se puso a llover


Se puso a llover en el bosque cuando alguien gritó: -¡no me mojes! -.
¡Qué mal humor! ¡Qué carácter! Tanta elegancia y ¡qué embarque!
Bajo un llantén, tembloroso, un caracol se cobija
y seca angustiado las gotas de su americana amarilla.
-Este tiempo está revuelto, nadie lo puede entender.
Cuando no llevo paraguas siempre se pone a llover.
¡Estas nubes ya me hartan, nunca se ponen de acuerdo,
que esta americana mengua y de mi abuelo es un recuerdo!


Ópera en la charca


Con trompetas, los narcisos,
anunciaron un gran baile
y de danzas de vilanos
se inundó todo aquel aire.

Se llenó el cielo de velos,
y las ramas de bengalas
y faroles de agujeros
con polillas que asomaban.

Se cubrieron los senderos
con alfombras de oro y gasa
y butacas de hojas verdes
del fulgor de haya sagrada.

El río guardó silencio,
se calzó musgo en sus aguas.
Las arañas y cigarras
también llegaron descalzas.

Fue entonces cuando una sombra
tiñó de púrpura el bosque.
Sonaron violas y tubas
clavicordios y tambores.

Y el Príncipe de los Mirlos,
el señor de aquel paraje,
esparce con su elegancia
reverencias para el baile.

Dentro del bosque



He visto una charca
dentro del bosque
con olor a incienso
y juncos de cobre.
He visto mil ranas
con trajes de pana
y sapos cantando
por arte de magia.

Entre ramas y hojarasca,
en un cómodo agujero,
mil púas sueñan serenas,
sueños de otoño e invierno.

Ya bailan las cañas de este roble anciano,
ya bailan sus hojas la danza de antaño.
De liquen su traje, su capa de escarcha,
sombrero y tirantes: ¡canta, mirlo, canta!



Siesta de gatos


Tardes en calma,
siesta de gatos
sobre cojines
de musgo blando.
Tardes serenas,
se está nublando,
caen cuatro gotas,
corren los gatos.


Nuria y la nube


Como en cada despertar
Nuria salta de la cama,
se pone sus zapatillas
y se asoma a la ventana.

Y allí está, como es costumbre,
sentada sobre una brisa.
Su amiga la nube espera
y Nuria la ve y le grita:

-¡Buenos días, buena amiga!
¿Cómo has pasado la noche?
¿Has podido regresar
a jugar al horizonte?

Y la nube cuenta historias
de bellos viajes con alas.
Se convierte en un velero,
luego en una bella barca
que las lleva por el cielo,
riéndose a carcajadas.

Y Nuria le cuenta sueños
al frío de la mañana:
que si un monstruo y una cueva,
y una bruja con su escoba,
que entre pócimas y guisos
juega a ser bruja famosa.

Mientras tanto, en la cocina,
apurada entre unas tazas
la madre de Nuria piensa
un tanto desesperada:
-Hija mía, no te duermas,
ya estás como de costumbre
riendo y hablando sola,
soñando con esa nube.

Y la niña, entusiasmada,
cuenta historias a su amiga,
algo de un circo de rayas
siendo ella trapecista
en trapecios de cristales,
de cobre y plata muy fina
y amarradas a unas cintas
bandadas de golondrinas.

Pasarán muchas mañanas
Nuria y la nube, su amiga,
y sin darse a penas cuenta
pasará a pasos la vida.

Llenarán cestos de viajes,
Calderos de sueño y brisas,
Y el viento será testigo
De su amor y de sus risas.



Dentro del bosque


He visto una charca
dentro del bosque
con olor a incienso
y juncos de cobre.
He visto mil ranas
con trajes de pana
y sapos cantando
por arte de magia.

Entre ramas y hojarasca,
en un cómodo agujero,
mil púas sueñan serenas,
sueños de otoño e invierno.

Ya bailan las cañas de este roble anciano,
ya bailan sus hojas la danza de antaño.
De liquen su traje, su capa de escarcha,
sombrero y tirantes: ¡canta, mirlo, canta!



Entretelas


Con agujas y un dedal
cose, cose Inés-Araña,
calcetines y un blusón
y unos guantes de montaña.

-¡Buenos día, tejedora!
¡Qué fresca está la mañana!
¿Cuánto valen?- preguntó
otra entrometida araña.

-Te regalo cada cosa,
¿te parece que son caras?

-Me pareces confundida.
Todo esto sí me extraña.
¿Cómo es que tengas tiempo
a coser esta maraña?
¿Dónde está? Que yo la vea.
¡Muéstrame tu telaraña!

-Amiga, con tanta labor
el tiempo pasa que espanta.
Te regalo mi trabajo
¿y por eso me regañas?
Uno nace como nace,
yo lo hice entre unas lanas.
Mi madre cosía prendas
para las larvas descalzas.
Soy feliz vistiendo orugas,
cosiendo sábanas blancas.
¿Por qué voy a entretenerme
como tú que a todos dañas?

Y feliz Inés-Araña
se quedó más grande que ancha.
Repasa, tricota y canta
y limpia mantiene su alma.


El sapito



Un sapito mañanero,
con sombrero y anteojos,
canta alegre y lisonjero
a la orilla de un arroyo.

Lo vigila muy de cerca
un airado zapatero,
que no tarda el cascarrabias
en lanzarle un improperio.

-Óigame, Señor Sapito,
¿por qué ocupa usted mi entorno?
No hay más charcas en el mundo,
ni regueros ni más sotos?

-Perdone si le molesto-
respondió el sapo en buen tono -
pero nadie me había dicho
que era suyo este trono.

-Soy el rey de los zapatos,
el mayor de este contorno.
¿Qué me das si te permito
quedarte siempre en mi arroyo?

No poseo más que el cielo,
la lluvia fresca y el viento,
¿qué le podría dar yo a usted
si de todo esto es el dueño?

Y le dijo el zapatero
con un tono muy distinto:
-sigue cantando muy cerca,
alegrándome, sapito,
que nunca una voz como ésta
había escuchado mi oído.

Ha amanecido entre juncos,
la mañana ya clarea,
el zapatero despierta
y el sapito canturrea.


Piratas




Cuentan que un mirlo atrevido
surcó los confines del bosque,
llegó a un mar extraño y prohibido
de tesoros y galeones.

Entonó orgulloso su canto
y esparció mejunje de plata
y encantó con danzas y bailes
a necios de un barco pirata.

Se colgó en un mástil de fresno,
extendió sus velas de organza
y pintó de azules el barco
y de añiles tanta distancia.

Cambió el rumbo al infinito
por la ruta hacia su casa,
a su bosque y a su charca,
a su luna entera y blanca.

Y a la gente de aquel barco,
los piratas con casaca,
los pintó con acuarelas
del color verde de su alma.

Y a aquel barco tenebroso,
con su calavera negra,
le colgó cientos de orugas
y ramas de madreselvas,
para que su olor llenara
cada tronco, cada senda.

Ya está el mirlo en su ventana,
y ya entona sus poemas,
y con ilusión contempla
de aquel bosque su grandeza.

Canción del lápiz pequeño


Un lápiz pequeño
no es un lápiz viejo.
no lo tires nunca,
es un libro abierto.

Con él has escrito
montones de cuentos,
sílabas y tildes,
estrofas y versos.

Cientos de postales,
tus primeros verbos,
y negros tachones
que guardas muy dentro.

Un lápiz pequeño
sin rayas ni estrellas,
sin goma ni adornos
y hasta sin banderas
debes colocarlo
en su propio reino
y hacerle un gran trono
dentro del colegio.

El palomo y la paloma



Hay escarcha entre las ramas
cuando llega enero el frío
y el palomo y la paloma
juntos contemplan su nido.

Son recuerdos de otro tiempo
de primaveras con alas,
de amores hechos polluelos,
de ramas entrelazadas.

De veranos a la fresca,
de mañanas ocupadas
de arrullos, vuelos y danzas,
de una vida enamorada.

Y ha llegado el frío enero,
las ramas llenas de escarcha.
La paloma acurrucada
mientras el palomo canta.

Con la abuela Carolina


En las tardes de diciembre
junto al fuego, en la cocina,
todos juntos se entretienen
con la abuela Carolina.

Ella amasa mil recetas
de dulce aroma a rosquillas
que su abuela le enseñó
cuando sólo era una niña.

Mientras tanto cuenta historias,
toda ella llena de harina,
de tristes guerras, amargas,
que ella, con penas, olvida.

Y de un salto la rodeo
y ella ríe y se arrodilla
y con luz en su mirada
me da un beso en la mejilla.

Pasa rápido el invierno,
diciembre viaja deprisa,
mi abuela llena las tardes
con su olor a manzanilla.

El secreto



La libélula
y el libélulo
juntos guardan
un secreto.
No es un viaje,
ni un tesoro:
es un peine
de su abuelo,
que guardaba
junto a un charco
de cuando era
peluquero.
¡Qué secreto,
guardan juntos
la libélula
y el libélulo!

En una cometa


En una cometa
que vuele muy alta
deseos al viento
yo quiero lanzar:
un sueño de lluvia
para los desiertos,
de pan con almendras
para el niño hambriento;
susurro de nanas
para el pueblo en lucha
y un ramo de besos
para la amistad.

Un farol de mil colores



Un farol de mil colores
adornaba ayer el bosque.
¿Sabe alguien quién lo puso?
¿Cómo se subió allá arriba?
¡Y lo bello que lucía,
con sus velas encendidas!
Parecía cosa de hadas
y era el nido de una avispa.

Si cierras los ojos


Si cierras los ojos
y abrazas el sueño
por la chimenea
se escapan deseos.

Deseos de azúcar
con sésamo y clavo,
y olor de lavandas
y canela en palo.

Luego, al día siguiente,
sobre la almohada,
un polvo de estrellas
adorna tu cama.

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